Lo que iba a ser un cuenta lo que fuimos y se quedó en un Yipi Kai Yei

Escuchar las canciones de Glen Hansard y Markéta Irglová me conmueve. Es la misma maravillosa sensación de haber descubierto una joya, tal y como me pasara con Closer cuando escuché a Damien Rice. En este caso la película ONCE quizá no tenga tan holgado presupuesto, de acuerdo que Markéta no es Natalie Portman o Julia Robert, ni Glen Jude Law pero es por eso mismo por lo que esta película merece más si cabe la pena. Es de esas películas que al acabarlas consideras un regalo la hora y media que acabas de pasar.

La historia trata de un cantante con talento que vive de arreglar aspiradores en la tienda de su padre mientras se saca unos euros extras cantando canciones famosas en sus horas libres por las calles del centro de Dublin. Pero es cuando se acerca la noche cuando saca las canciones que él compone, cuando se encuentra sólo y canta para sí, para aquel amor que se fue, para aquellos anhelos que siente. Y es ahí cuando una noche conoce a Markéta, inmagrante checa que intenta ganarse la vida como puede vendiendo rosas o limpiando casas.


Con la excusa de arreglar una vieja aspiradora, empiezan a conocerse y ella le revelará su verdadera pasión, el piano, el cuál solo puede tocar en una tienda de música durante la hora de comer.


Conforme se van encontrando, se van buscando por las calles de Dublin, la química empieza a aparecer y cada uno ve en el otro una persona en la que confiar, pese a las heridas del pasado. Quizá por su reflejo mutuo es por lo que cada vez el lazo se hace más fuerte.
Así, ambos se irán deshaciendo de sus miedos a través de la música que irán compartiendo y nacerá la ilusión de grabar un disco que se va desgranando durante la película. Canciones terribles, hermosas, ensoñadoras, nostálgicas, anhelantes, melancólicas, de coros compenetrados, de voces entonadas con las historias personales que todo espectador tiene, con sus recuerdos, sus deseos, pasiones...


Los personajes no son fotos de catálogo sacadas a relucir con una historia melodramática, romance típico hollywoodiense. Son personas como cualquiera de nosotros. Es algo que muchos hemos soñado encontrar un día inesperadamente en la calle, ese alguien que nos entienda, al que poder expresar lo que deseamos tal como lo deseamos. Esa humildad se ve reflejada también en los medios con que cuenta la película: solo dos cámaras de mano, poco presupuesto y tres semanas de rodaje. El resultado es impecable y es el motivo por el que el cine no pierde su toque de ensueño. Nos hace ver que todo es posible, que la ilusión es un gran ingrediente al que unir el talento y la suerte, el más importante de los tres.

No es de extrañar que el boca a boca pronto se extendiera entre el público y que esta película ganara todo premio del jurado del festival en que se presentara. La sutileza y humildad, sin parafernalia ni envoltorio, es lo que la hace tan especial. Y por una vez se hizo justicia:

Aquí os dejo el video de la canción con la que ganaron el oscar:



Aconsejo verla en versión original para no perder detalle y poder leer sus grandes letras. Nadie, creo, se arrepentirá de verla.